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miércoles, 22 de febrero de 2012

Muralla, el perro del Che


{…} La bandera del FLN que le entregó la delegación y que él puso sobre su mesa,  y un perro que cagaba por las oficinas fueron los dos nuevos elementos en el entorno de Ernesto Guevara. ¿ A qué hora se consiguió el Che ese perro monstruoso que caminaba por los pasillos del Ministerio de Industria como si fuera por su casa­? El perro se llamaba Muralla y asistía como uno más a las sesiones del consejo de dirección del ministerio, echado a los pies del Che, que de vez en cuando le daba una palmada o le rascaba la cabeza. Un perro sin rabo que se subía al elevador y sabía bajarse en el noveno piso, llegaba a la oficina y rascaba la puerta con las uñas para que el Che le abriera.

En alguna reunión del consejo de dirección del ministerio el perro lanzó un extraño aullido, provocando que el Che dictaminara:
- Muralla, el primero que te pise o te dé una patada, le das una mordida en la canilla para oír así como se queja él.

Muralla era el perro oficial, pero el Che mantenía excelentes relaciones con los perros callejeros de los alrededores del ministerio, a los que controlaba, lo acompañaban en las guardias y a los que daba de comer. Tenía advertidos a los perreros que no los molestaran. {…}

Fragmento de “Ernesto Guevara,  también conocido como el Che” de Paco Ignacio Taibo II.
 
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 Entrevista a Aleida Guevara March, hija de Ernesto Guevara.

Qué recuerda de la rutina de la casa?
—Mira, te cuento una anécdota. A mi padre le encantaban los perros. Él los amaba a todos. Y mi abuela, la madre de mi madre, vivía con nosotros en nuestra casa. Mi papá tenía un perro muy grande. Se llamaba Muralla. Y Muralla se echaba a dormir en la puerta de la habitación de ellos. Entonces un día mi abuela, le grita: “¡Pero este animal tan grande, no se puede tener un animal tan grande!”. Y mi papá se levanta y le dice: “Señora, ¡¿por qué se mete con el pobre animal?! ¡Déjelo tranquilo!” (Aleida llora y se seca los ojos con las manos). ¡Me has dado sentimiento! Mira que acordarme de esto...

¿Solo tenía ese perro?
—Muralla era el perro de mi papá. Y tenía una perra, su pareja, que se llamaba Socorro. Muralla amaba a mi padre. Se iba con él, en el carro, al Ministerio. Y cuando mi papá se fue, el perro lo esperaba. Se acostaba en la puerta de su cuarto a esperarlo y lloraba. Como los niños eran muy pequeños y el perro lloraba muy fuerte durante toda la madrugada lo mandaron a dormir afuera (Aleida vuelve a llorar).


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 22/11/2011, Tiempo Argentino.